domingo, 14 de febrero de 2010

Mi impresión sobre los aborígenes

01.01.2010 15.40h

[...] Es la tercera vez que me topo cara a cara con aborígenes en una situación muy triste que no puedes comprender desde los museos. Hay que verlo. Desde los centros culturales aborígenes y galerías de arte te muestran al aborígen integrado, el aborígen que hace arte, no para venderlo, sino para mostrar su conexión con la naturaleza y su tierra. Las pinturas cuestan una pasta. Cada pieza o pintura realizada por un aborígen suele llevar una foto del autor, nombre y lengua aborígen. Todos se muestran sonrientes.

Los aborígenes de la calle son vagabundos, borrachos, gente perdida, piezas desencajadas de un puzzle que se tornó diferente. No sonríen, no tienen vida, tienen el alma muerta, son gente sin futuro y son esperanza. Si se acercan a tí es porque queiren algo, que les compres una pintura (Alice Springs), que les compres alcohol para poder seguir con su estado de embriaguez (Eliott), o simplemente ni te enteras de lo que quieren porque van tan borrachos que no pueden ni hablar. [...]

EN KAKADU

27.12.09 17.45h.

"Hablar con un ranger del Parque Nacional es muy interesante. No sólo te dice cual es la piedra de Cocodrilo Dundee, sino que te explica un montón de cosas interesantes que también te encuentras en los centros culturales pero que yo ni me entero ni ná.

Este ranger en particular es hijo adoptivo de uno de los clanes que vive en Kakadu, y se conoce esta tierra de palmo a palmo. Es originario de Indonesia. [...]"

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